Los perdedores

Las excelentes piezas breves que Vicente Leñero reúne en Los perdedores se apoyan en la capacidad teatral del deporte para reformular el tiempo y el espacio. Cada obra lleva un momento de simultaneidad donde el atleta confronta su vida privada y se disputan dos juegos: uno responde a las normas definidas del deporte y otro a la inagotable capacidad de invención del destino. Como Tolstoi en Ana Karenina, Leñero sabe que la gente feliz no tiene historias. Hubiera sido francamente tedioso que en estas siete obras se rompieran records y se entregaran medallas. Para Leñero, el drama empieza en la derrota; sin embargo, tampoco abusa del fracaso deportivo. No estamos ante una revisión fatalista de la identidad nacional ni ante la mezcla de nuestros olímpicos desastres con "La visión de los vencidos". Al contrario, en el complejo teatro de Leñero, las derrotas más severas ocurren fuera de la cancha. El beisbolista atento a la pelota que no baja del cielo, el reportero que ni siquiera alcanza la dignidad de ser noqueado, el marchista incapaz de vencerse a sí mismo, el guardameta que recibe la imparable revelación de la infidelidad de su mujer, son personajes para quienes el fracaso deportivo es un símbolo del adverso marcador que gobierna sus vidas. Juan Villoro

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